El obispo diocesano de Goya, monseñor Adolfo Ramón Canecín se sumó a las expresiones del sacerdote cordobés Munir Bracco, quien esta semana participó en el plenario de comisiones del Senado de la Nación para exponer la postura de la Iglesia sobre el impacto del juego online.
Con la frase «les hemos puesto a los chicos un casino en cada celular», el religioso alertó sobre el riesgo que representa la expansión del juego digital y su acceso irrestricto desde los teléfonos móviles, especialmente entre adolescentes y jóvenes.
«El punto central es si existe voluntad política para poner límite a esta peste que está causando estragos en todos los rincones de nuestra Patria, y que amenaza con dejarnos una generación de ludópatas», planteó Bracco, vocero del arzobispo de Córdoba, cardenal Ángel Rossi, y vicario de Pastoral de la arquidiócesis.
Monseñor Canecín, en sintonía con esta mirada, subrayó que «al darles un celular a los jóvenes no solo les damos comunicación y acceso a información, sino también un dispositivo cargado de sistemas diseñados para atraparlos». En ese sentido, instó a los legisladores nacionales a tomar medidas concretas para frenar lo que calificó como «una pandemia silenciosa que está destrozando vidas».
Durante su exposición en el Congreso, el padre Bracco señaló que la legalización del juego en línea en algunas provincias, lejos de reducir los riesgos, los multiplicó. «En Córdoba vimos que las plataformas de apuestas se normalizaron, llegando incluso a adolescentes, y generando un problema de salud pública que se agrava día a día», advirtió.
Asimismo, el sacerdote cuestionó la relación entre el juego online y el deporte, un vínculo que, según sostuvo, «enferma el sentido original del esfuerzo y la competencia sana». «Asociar el deporte, símbolo de salud, trabajo en equipo y superación, con algo que enferma, es un sin sentido. Los chicos ya no disfrutan del fútbol: lo viven pendientes de si habrá un gol o una tarjeta para ganar una apuesta», agregó.
La Iglesia propuso tres ejes de acción para abordar la problemática: atender a las víctimas de la ludopatía y acompañar a sus familias; prevenir que otros caigan en la adicción; y evitar que el Estado, mediante políticas erradas o falta de control, favorezca el avance del juego online.
Con estas palabras, el sacerdote cordobés pidió a los legisladores un marco normativo que priorice el bien común, proteja a los más vulnerables y enfrente lo que calificó como una de las amenazas más graves para las nuevas generaciones.