20, agosto, 2025
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“Está durmiendo, quedate tranquila”, la madre de Joaquín Ruffo reveló qué le dijo su marido antes de asesinar al hijo de ambos

“¿Cuántos hombres querrían llegar a su casa y ver su casa limpia, ordenada, perfumada, con un hijo inteligente, sano, deportista, buen alumno, buen amigo y cuyos compañeros y amigos amaban venir a casa?”. Natalia Ciak (41) transitaba, desde hace meses y hasta inicios del corriente agosto, una crisis matrimonial con Alejandro Javier Ruffo (52). Le hizo esa pregunta meses antes, mientras veía desmoronarse la relación fruto de la cual nació Enzo Joaquín, hijo de ambos, de ocho años, que fue asesinado por Ruffo el 5 de agosto, en la casa de la familia en Lomas de Zamora.

A dos semanas de que su marido haya matado al hijo de ambos e intentado suicidarse, Ciak habló por primera vez con la prensa. Hasta ahora, se conocían los últimos diálogos entre ella y Ruffo, momentos antes de que se desencadenara el crimen atroz. Pero este último fin de semana la mujer de 41 años ofreció una entrevista en la que ahondó en detalles y sensaciones. “Él no es psiquiátrico. Para nada”, afirmó sobre la principal hipótesis del caso, que sindica que Ruffo habría transitado problemas psiquiátricos en el último tiempo.

Sin embargo, Ciak echa por tierra esa posibilidad. Rememoró, en diálogo con la revista Para Tí, la cronología de ese martes 5 de agosto: traductora de profesión, salió temprano de su casa hacia su trabajo, en compañía de su marido hasta la parada, desde donde él retornó a la casa de ambos, en Díaz Vélez y Loria, en Lomas de Zamora. Ciak recuerda que antes de separarse ese martes, él le dijo: “Mientras yo esté en casa, la cortesía nunca va a faltar”.

Horas más tarde, se enteraría que Ruffo no había llevado al colegio a Joaquín y recibiría los últimos mensajes de su marido: “Está durmiendo; quedate tranquila. Hoy no voy a trabajar. Yo con él hago lo que quiero”.

Alejandro Ruffo y su hijo Enzo, a quien asesinó en su casa de Lomas de Zamora.

Luego, el crimen y el intento de suicidio. Al llegar a su casa, alarmada por la falta de respuesta, se encontró con la escena del terror: además del cuerpo de su hijo y a su marido agonizante, vio otros detalles como fotos familiares apuñaladas o tachadas con birome; con especial énfasis en las fotos de ellas. “Jamás pensé iba a ponerle un dedo encima, de verdad. No, no. Yo no vi ninguna señal”, aseguró en diálogo con Para Tí.

“Nunca fue un padre amoroso ni que quisiera vincularse con Joaqui, y creo que tenía bastante celos de mi relación con Joaquín“, rememoró. Situó en los dos últimos años las desavenencias de su matrimonio, que se precipitó en las últimas semanas: “Empezamos terapia, y él me decía ‘Me voy en 10 días’. Parecía que funcionaba; además siempre le hablé desde el lado de mantener un vínculo sano. Joaquín también, él entendía (la eventual separación)”.

Y continuó Ciak: “Joaquín ya lo percibía: a su abuela le había dicho ‘Mamá y papá pelean todos los días en mi casa’. Él ya estaba también harto de esa situación. Ya no nos quería ni escuchar. Todo era adelante de Joaquín”.

Ciak (41) atravesaba años de conflictos con su marido, que asesinó al hijo de ambos e intentó suicidarse. Foto captura redes.

Como las discusiones y los reproches eran moneda corriente en el matrimonio, Ciak asegura que intentó ayudar a Raffo: “Yo le preguntaba: ¿cuántos hombres querrían llegar a su casa y ver su casa limpia, ordenada, perfumada, con un hijo inteligente, sano, deportista, buen alumno, buen amigo y cuyos compañeros y amigos amaban venir a casa? Pensaba que tenía una depresión e intentaba ayudarlo, pero él me decía que lo resolvería solo“.

“Hacía ya dos años que yo le decía a Alejandro que me quería separar. Pero me agarraba, me ponía contra una pared y decía ‘Yo voy a cambiar, perdoname. No lo hago más’. Hace un mes y medio tuvimos una discusión muy fuerte (yo ya estaba harta, y creo que él también) y le dije que me iba a ir, porque él sostenía que ésa era su casa“, avanzó sobre los últimos meses de la familia.

Y conjeturó la madre del niño: “Él tiene una hija de 20 años, que vive en Lanús, y para que mantener ese vínculo, yo me mudé desde Florida (donde me crié) hacia zona sur. Pero con el tiempo vi que ese vínculo con su hija era prácticamente nulo, como el que tuvo con Joaquín. Aunque en su matrimonio anterior fue hombre que tomó sus cosas y se fue. Acá se obsesionó, no soportó otro quiebre“.

“Él me decía ‘Vos me tenés miedo a mí… pero yo no mato ni una mosca’, pero las discusiones eran cíclicas. Además, había perdido el amor, lo veía como el papá de Joaquín, yo ya lo había dejado de ver como hombre”, agregó Ciak. Y se lamentó: “No llegue a tiempo para Joaqui. Jamás creí lo tocaría”.

BPO

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