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Se ratifica agónicamente el veto, ¿se abre un camino de nuevos fenómenos de lucha de clases?

Adentro, los sospechosos de siempre. La Libertad Avanza es minoría en el Congreso Nacional pero, una vez más, obtuvo un triunfo legislativo, como había sucedido antes con la Ley Bases o con el veto al aumento a los jubilados. Al oficialismo no le sobra nada, pero tampoco le faltan los amigos de la casta, aquellos con los que suele juntarse a comer asados en la Quinta de Olivos para festejar el ajuste a los adultos mayores o los que siempre tienen un voto a mano para ofrecer a cambio de un cargo, una partida presupuestaria o, simplemente, porque son todos gatitos mimosos del poder económico.

Esta vez el veto lo logró con el apoyo de los legisladores del oficialismo, del PRO y de sectores de la UCR y del peronismo (como los tucumanos y catamarqueños que responden a Osvaldo Jaldo y Raúl Jalil, respectivamente). El gobierno sumó 84 votos en defensa del veto, mientras que el rechazo obtuvo 164, sin llegar a los dos tercios necesarios. Algunas ausencias también fueron determinantes.

Triunfo pirrico del gobierno de Milei y de los panqueques que se venden al mejor postor. Desde las universidades públicas, con tomas, paros y clases publicas, hay que construir una movilización popular que imponga la recomposición salarial de docentes y no docentes.

— Nicolas del Caño (@NicolasdelCano) October 9, 2024

Afuera, se movilizaron algunos miles de estudiantes, docentes, jubilados y organizaciones -como los partidos de izquierda- que fueron a apoyar la lucha por la educación pública. Podrían haber sido muchos más: la semana pasada cientos de miles habían marchado en la Ciudad de Buenos Aires y en todo el país, continuando el camino de la multitudinaria marcha de abril. Pero este miércoles eso no ocurrió, lo cual deja una primera conclusión: la complicidad de las direcciones sindicales, estudiantiles y del régimen universitario que no convocaron a un paro con fuerte movilización para el día decisivo, sino que dejaron todo en manos del “poroteo” parlamentario. Los resultados están a la vista. Los trabajadores y los estudiantes sólo deben confiar en sus propias fuerzas.

Sin embargo, el resultado parlamentario de este miércoles constituye apenas un hecho episódico. La clave de la situación, desde el lado de quienes quieren enfrentar el plan de Milei, es el surgimiento de nuevos actores de lucha y el crecimiento del desprestigio del gobierno, sobre lo que volveremos más abajo. Bajo el impacto de los planes de ajuste y la crisis social, de los ataques políticos, del incumplimiento de las promesas del oficialismo, así como de la falta de respuestas de las distintas burocracias y de quienes llaman a “esperar” a las próximas elecciones, comienzan a emerger sectores de lucha que se autoorganizan y muestran otro camino desde las bases.

Tras el fenómeno de las asambleas barriales que se vio desde el verano pasado, y de tantas otras luchas duras que hubo durante todos estos meses, esta semana tuvo lugar la emblemática lucha del Hospital Bonaparte, que con los métodos de la toma, la organización en asambleas, la movilización y la coordinación con otros sectores, demostró que se puede derrotar los ataques de Milei. También las trabajadoras y los trabajadores del Hospital Garrahan vienen protagonizando paros y movilizaciones de miles, constituyendo un gran ejemplo de lucha. Y, por último, pero no menos importante, algo nuevo comenzó a surgir en el movimiento estudiantil: a pesar de los límites impuestos por distintas burocracias, esta semana ya hubo tomas y asambleas en más de veinte universidades de todo el país, que demuestran que este miércoles el gobierno pudo haber ganado el veto, pero está despertando a un nuevo actor de lucha como no se veía desde hace años.

Las luchas aún no son generalizadas, pero cuentan con simpatía de masas y son el anticipo de un nuevo momento político. Como dijo este miércoles en el Congreso Nacional el diputado nacional Christian Castillo, del PTS-Frente de Izquierda, “en las marchas de jubilados, en las movilizaciones del Garrahan y del Bonaparte, en las tomas de facultades, se está gestando la gran movilización popular que va a terminar con todo este ajuste y va a permitir un gran avance a toda la clase trabajadora, a los estudiantes y a todos los sectores populares”.

El momento político para el surgimiento de estos fenómenos, como dijimos, no es casual. La caída de imagen de Milei -algo en lo que coinciden todas las encuestas- está motorizada no solamente por la profundidad y la prolongación del ajuste, sino también por varios hechos de peso simbólico. En las últimas semanas, el Indec confirmó que la pobreza alcanzó al 52,9 % de la población, dejando en evidencia la ruina social a la que conduce el plan económico. El gobierno confirmó también que ajustar a los jubilados no es algo necesario sino que le gusta, y lo celebró con la casta haciendo un asado en la Quinta de Olivos. La “libertad” también demostró ser solo un slogan de campaña, dado que el presidente sigue gobernando a decretazo y veto contra la mayoría del país que defiende la educación pública. Cada vez más sectores perciben que “no hay plata” para las demandas populares pero sí la hay para la especulación financiera, los grandes empresarios como Marcos Galperín de Mercado Libre y tantos otros, o para los servicios de inteligencia.

El combo lo completa la ubicación del peronismo. Por más que pose de opositor en el Congreso Nacional, la traición de las direcciones sindicales es total y “obliga” a la organización desde las bases para salir a la lucha. Mientras Héctor Daer y la mayor parte de la CGT entregaron todo y hasta co-redactaron la reforma laboral en la Casa Rosada, Pablo Moyano y sus sectores afines de momento hablan más de lo que hacen y recién convocan a una posible medida para dentro de 21 días.

Más aún, frente a la gran crisis política del espacio, tras el fracaso del gobierno del Frente de Todos, esta semana reapareció Cristina Kirchner para postularse a presidir el Partido Justicialista, conduciéndolo -otra vez- hacia la derecha, mediante la publicación de una carta con guiños a la reforma laboral, al ajuste fiscal, a las patronales del campo o a la unidad total del peronismo, es decir, abriéndole el paso a los futuros Daniel Scioli o Alberto Fernández. Ni Axel Kicillof ni Juan Grabois, más allá de su retórica, constituyen una alternativa programática a este camino.

La contradicción entre los discursos y los hechos dentro del peronismo quedó expuesta también esta semana cuando muchos de sus dirigentes se hicieron los sorprendidos por los recortes a la educación o a la salud. Esa postura no cierra por ningún lado, dado que fue el Frente de Todos -con Sergio Massa presidiendo la Cámara de Diputados en ese momento-, el que votó y legítimo los acuerdos ilegales y fraudulentos de Mauricio Macri que hipotecan el futuro del país. No por casualidad ese espacio se retiró del gobierno con el 42,7 % de la población bajo la línea de pobreza.

Lejos de este camino, Myriam Bregman planteó hoy que “si obreros y estudiantes se unen, pueden poner en jaque el plan de Milei”. Mientras el gobierno aumenta su desprestigio y el peronismo deja correr el plan llamando nada más a esperar las próximas elecciones -con un programa cada vez más de derecha-, es necesario apoyar con la mayor fuerza posible las luchas que vienen desde abajo, su coordinación y sus métodos combativos de lucha. Allí se construirán los volúmenes de fuerza para imponerle a las conducciones sindicales un paro nacional activo y un plan de lucha, en el camino de la huelga general para derrotar todo el plan. El PTS apuesta por este camino y se propone confluir junto a miles de nuevos compañeros y compañeras en estas peleas y en la construcción de una alternativa política que ligue las luchas actuales a la necesidad de una salida socialista, anticapitalista y de los trabajadores.

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