La crisis política desatada dentro del Gobierno nacional por el fracaso en la designación de Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla como jueces de la Corte Suprema de la Nación sigue sumando capítulos.
Clarín pudo confirmar este fin de semana que el procurador del Tesoro, Santiago Castro Videla, presentó un per saltum ante el Máximo Tribunal contra la decisión del juez Alejo Ramos Padilla, que le ordenó a García-Mansilla abstenerse de actuar como miembro de la Corte durante tres meses.
El magistrado, afín al kirchnerismo, falló luego de que el Senado, con más de dos tercios de sus miembros, rechazara el pliego del magistrado nombrado en comisión y quién juró a fines de febrero antes el presidente Horacio Rosatti y los vocales Carlos Rosenkrantz y Ricardo Lorenzetti.
En el caso de Lijo, ni siquiera llegó a asumir porque se negó a tomar licencia como juez federal, un requisito que le exigía la propia Corte. Su pliego también fue rechazado, con algunos votos menos.
“Si renuncia es una decisión personal de él. Lo que siempre vamos a defender es la constitucionalidad de la designación en comisión”, aclararon de todos modos en el Gobierno en cuanto al per saltum por García-Mansilla. Un modo elegante de soltarle la mano.
Como adelantó Clarín este domingo, en la Corte dan como un hecho que el jurista terminará renunciando. Se quedó si apoyo político en el Congreso y en el mismo Gobierno tomaron distancia.
Lo que se estaría discutiendo ahora es más el cómo que el qué. Es decir, todos especulan con que García-Mansilla renunciará; pero si la Corte admite el per saltum, ya no tendría efecto la decisión de Ramos Padilla y la salida del jurista se enmarcaría en una “decisión personal”, como mencionan las fuentes en Gobierno.
Idas y vueltas del candidato y la Rosada
El accionar de García-Mansilla respecto a la Corte viene con varias polémicas. Cuando se presentó como candidato del Gobierno ante la comisión de Asuntos Constitucionales, había prometido que no asumiría si lo designaban por decreto. Sin embargo, y ante la falta de apoyo en el Congreso, terminó jurando a fines de febrero.
Luego, votó en contra de la jura de Lijo, si no renunciaba a su cargo como juez federal. Como sus pares, coincidió en que el pedido de licencia era insuficiente.
Más adelante, ante el voto contundente en contra de su pliego, primero trascendió que renunciaría. Después, que pediría opinión a sus pares de la Corte, algo que no ocurrió. Y la última versión, durante el fin de semana, es que dejaría su puesto entre lunes y martes.
En el Gobierno buscan minimizar los costos de un golpe político durísimo. Producto de un error no forzado. Hace más de un año, entre Santiago Caputo y Lorenzetti habrían convencido al presidente Milei de que el pliego de Lijo pasaría sin problemas en el Senado, y que sumando la designación de García-Mansilla se podría formar una mayoría de tres (ellos dos más Lorenzetti) para dejar en minoría a Rosatti y Rosenkrantz. Humo.