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Chubut: Un discurso exportador y extractivista de Torres en el congreso

Este martes 8 de octubre se realizó una reunión de la Comisión de Energía y Combustibles en la Cámara de Diputados de la Nación. El gobernador chubutense fue invitado a disertar sobre el proyecto que plantea un marco regulatorio en la industria del hidrógeno renovable y de bajas emisiones en Argentina.

Para empezar, señalemos que el hidrógeno tiene el potencial de funcionar como vector de energía (permite transportarla), y puede ser “verde” si la energía que transporta proviene de fuentes renovables, con lo cual no emite gases de efecto invernadero ni en su producción ni su consumo, algo importante en un contexto de crisis climática producida centralmente por la utilización de combustibles fósiles. Pero en sí misma, su producción ni garantiza una transición energética para el país, ni la provincia, ni un “desarrollo” económico. Está claro que en Chubut de la mano del gobernador Torres tiene un objetivo de exportación y de generación de divisas para pagar deuda externa con el FMI, por lo cual, no implica ni soberanía energética (sino la exportación al modo de una nueva commodity), ni transición para el país, sino, en todo caso para terceros países (o corporaciones); ni, sobre todo, algún tipo de mejora en el acceso a la energía por parte de las mayorías trabajadoras del país.

Dicho esto, Torres en la reunión de la Comisión de Energía y Combustibles de la Cámara de Diputados de la Nación, celebrada el martes 8 de octubre, mencionó la relación entre la creación de un marco legal adecuado y la llegada de inversiones. “Con una legislación acorde, a corto y mediano plazo se podrán ver resultados tangibles con inversiones que generen empleos de calidad”, afirmó. En este contexto, subrayó las ventajas comparativas de Chubut: vastas extensiones de tierras, excelentes condiciones de viento y puertos de aguas profundas, elementos que posicionan a la provincia como un lugar estratégico para el desarrollo del hidrógeno verde.

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Hidrógeno verde: El nuevo “dorado” del negocio energético

Lo que se busca Torres es abrir plantas de electrolisis para la exportación de esta energía. Para dicho plan, es necesario montar una infraestructura a gran escala o extractiva de energías limpias complementarias, pero a “bajo costo”. “El hidrógeno verde será uno de los motores de la próxima fase de la transición de energía limpia de Latinoamérica. Este gas, que se obtiene a partir de fuentes renovables, se considera cada vez más esencial para el cambio de paradigma en la generación de energía, debido a sus bajas emisiones de carbono” Mencionan las empresas y repite el gobernador.

Cabe aclarar también que la asociación del hidrógeno con la ecología de por sí es falsa, ya que su uso actual incluye por ejemplo la industria de fertilizantes, la de productos derivados del petróleo o en la hidrogenación de aceites para alimentos procesados de mala calidad. La narrativa de que el hidrógeno es una solución ecológica en sí misma siempre fue falsa. A su vez, en este caso el verdadero interés es producir para la exportación con un proyecto de ley que le brinda beneficios impositivos a las empresas imperialistas beneficiadas por el RIGI y donde nuevamente el agua y los territorios sean puestos en el altar de los sacrificios por los gobiernos de turno.

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Un punto crítico esencial es el uso del agua

Porque para producir hidrógeno verde se requiere, lógicamente, agua. Y mucha: los cálculos indican que generar una tonelada de H2V demanda entre 9 y 12 toneladas. Y si ésta no proviene de las cuencas, deberá recurrirse a complejas y grandes plantas desaladoras, ya que por las características del proceso el agua debe tener altos grados de pureza, lo cual consecuentemente aumentará aún más el volumen necesario. Y esto sin mencionar toda la infraestructura asociada, como son los puertos, caminos para la instalación y mantención de cada aerogenerador, las líneas y torres de alta tensión, las plantas de hidrólisis en las costas o riberas de ríos.

Este discurso de Torres a favor de una ley del Hidrógeno que viene desde el gobierno del Frente de Todos de Alberto Fernández y que ahora apoya el gobernador del Chubut con la mirada puesta en la generación de Hidrógeno justificando la necesidad de impulsar el negocio como parte de medidas hacia una transición energética. Sin embargo a pesar del discurso verde, los gobiernos impulsan una economía absolutamente dependiente del FMI, del fracking y la megaminería. Esto sumado a no cobrar impuestos para exportar es una entrega grave, lo poco que se reciba iría a fondos privados, y no a salud, educación o a las comunidades originarias que serán desplazadas.

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No es chiste, es el imperialismo verde

En un marco internacional marcado por las tensiones entre grandes potencias, la industria energética cumple un papel clave. Es por eso que buscar nuevos nichos para energías alternativas es un aspecto que está en las agendas de los países imperialistas de Europa, EEUU y China.

No es casualidad, entonces, la serie de reuniones que tuvo el gobierno provincial en la embajada de EEUU o de Alemania con los embajadores de esos paises imperialistas y junto a un grupo de empresas de capitales trasnacionales, tras lo cual Torres se transformó en el impulsor de esta tecnología en la Patagonia, por su potencial eólico e hídrico.

Como vemos, el plan para la implementación del hidrógeno verde en Chubut y en la Patagonia, a ambos lados de la cordillera, viene de la mano de la profundización de la industria extractiva que puede abrir enormes costos para la población trabajadora. Se repite el esquema del negocio petrolero, del aluminio o de la pesca. Es un plan de saqueo capitalista que empeorará las condiciones de vida del pueblo trabajador, incluso profundizando la crisis presente en las denominadas “zonas de sacrificio”.

Contra estas políticas extractivistas es necesario avanzar a buscar nuevas energías limpias y renovables, que no tengan un impacto negativo en sus entornos, no queremos más zonas de sacrificio, por ende es necesario que el repensar la matriz energética del país sea un proceso democrático en el cual participen tanto trabajadores, profesionales y comunidades pensando en el bien común de sus territorios y no en los bolsillos de empresarios multinacionales que están buscando cómo seguir depredando el planeta pero ahora con “sellos verdes”.

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