16, abril, 2025
15.6 C
Corrientes

Una presencia antigua e innegable

Éramos un puñado de actores avivando el espacio. Éramos Hamlet, pero al mismo tiempo Ofelia o Gertrudis, a la vez que un gaucho, un sindicalista o la mismísima Eva. Era el Teatro-Estudio El Cuervo, y nosotros, cuerpos entrenando bajo la atenta mirada de

Pompeyo Audivert.

Esto no les gusta a los autoritarios

El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.

Así, entre Shakespeare, banderas argentinas, desvencijados mapas y palabras rotas que iban cobrando peculiares e insospechados sentidos surge el germen de Hamlet de Patagones. Así, durante una improvisación donde los territorios más disímiles podían encontrarse y fundirse en las situaciones más inesperadas se dispara la idea fundante de nuestro espectáculo: conjugar las energías de los personajes shakesperianos con nuestras tradiciones nacionales. Un Hamlet que es Hamlet pero, al mismo tiempo, un extranjero que llega a la única escuela viviente en el último rincón de la Patagonia.

Hace años trabajo como docente en escuelas secundarias de la provincia de Buenos Aires y convivo día a día con los nuevos planteos pedagógicos que intentan implementarse y los vestigios de una tradición escolar decimonónica que aún flota en el aire. Una tensión entre dos polos donde se evidencia la lucha entre las reformulaciones necesarias y los rituales heredados que hoy solo conservan su forma, pero yacen vacíos de contenido. Fue así que, quizás persiguiendo algún impulso catártico, tomé la iniciativa como directora y dramaturga y les propuse a aquellos actores que avivaban el espacio de un teatro-estudio, que comenzaran a crear con sus cuerpos el mundo inquietante de una escuela anquilosada, estancada en un tiempo indefinido, pero arcaico.

Así comenzó la primera instancia de este proceso de creación en un ida y vuelta entre la escritura y la investigación escénica, donde ambos tránsitos se retroalimentaron en un constante enriquecimiento. Fui tomando luego las improvisaciones para desarrollarlas, organizándolas en palabras puestas por escrito, dejando que las frases shakesperianas se combinasen tanto con mandamientos patrióticos de manuales escolares como con antiguos cantos chamánicos.

Así fue creándose nuestro nuevo universo. Una escuela en donde el extranjero debe lidiar con el aleccionamiento en los saberes, las costumbres y la cultura nacional, pero, además, una escuela que vive atravesada por el espíritu de lo originario, lo ancestral y lo arrebatado por los colonizadores.

Tomando al Hamlet de William Shakespeare como guía, como emblema, como excusa que dispara un mundo poético, nos sentimos habilitados a crear otro en el que están presentes nuestras más añejas tradiciones escolares, con sus rituales y decadencias que aún impregnan la realidad áulica actual. Está presente el trato hacia el diferente, el distinto, aquel que no encaja y al que hay que “normalizar”. Está presente el fantasma irredento de la colonización europea y las paradojas que la misma supuso para la construcción de la “identidad nacional”, una nacionalidad construida con tradiciones trasplantadas a espaldas de la tierra y regada por la sangre primigenia. Porque también está presente el espectro de lo más atávico, esa presencia que late bajo la superficie: la de los pueblos originarios, los ancestros que habitaron los paisajes patagónicos donde la acción se sitúa. Una presencia antigua e innegable que se cuela por las grietas más triviales y por las más profundas. Hoy, en un momento en el que la diversidad aparece nueva e increíblemente cuestionada, el teatro, como todo arte, debería atizar el interrogante, invitar a la reflexión, movilizar las conciencias para incitar al debate sobre aquello que vibra en nosotros y no podemos acallar.

Nuestra obra no pretende traer respuesta alguna, más bien intenta poner a la luz algunos de los aspectos más grotescos de nuestra idiosincrasia. Esos que nos acechan una y otra vez y que, en los tiempos en que vivimos, amenazan inexplicablemente con resurgir sin escrúpulos.

*Directora y autora de Hamlet de Patagones. La obra se puede ver los sábados a las 20.30 en el Complejo Teatral Ítaca.

Más Noticias

Relacionadas

Llega la 12 Edición de Expo EFI con la participación del ministro de Economía, Luis Caputo

El ministro de Economía, Luis Caputo, participará en...

Una gran gala de ballet clásico regresa a Argentina

El renombrado Moscow State Ballet desembarca en...

Se cayó WhatsApp? Cómo comprobar si la app funciona y qué hacer para solucionarlo

Consolidada como la app de mensajería más...