2, septiembre, 2025
15.5 C
Corrientes

Cómo fue 80 años de Clarín, El gran baile argentino, el espectáculo musical que encabezó Elena Roger en el Colón

Qué mejor que los acordes de Cambalache, de Enrique Santos Discépolo, para arrancar y testimoniar los acontecimientos y la historia argentina, no solo del siglo XX. Así arrancó en el escenario del Teatro Colón, ante una platea y palcos colmados,80 años de Clarín, El gran baile argentino, el espectáculo musical, que encabezó Elena Roger junto a Roberto Peloni.

Roger y Peloni, dos figuras consagradas del musical argentino, no estuvieron solos: los acompañaron la orquesta dirigida por Martín Rodríguez, ubicada en un costado del escenario, más otros nueve intérpretes, que cantaron y bailaron los distintos ritmos que fueron atravesando las diferentes décadas -tango, chamamé, rock, entre otros-.

Pero el show no solo fue lo que se vio y vivió sobre el escenario, sino que se acompañó con las imágenes proyectadas en una enorme pantalla que referían a los hechos que se iban sucediendo, años tras años y década tras década. El deporte, el espectáculo, la política, la cultura, todo estuvo resumido en rítmicos y precisos 60 minutos, sin otro corte que los apagones de luces entre un segmento de década y otro.

En el show, con dramaturgia y dirección general de Emiliano Dionisi (Los monstruos), Roberto Peloni cumple el rol de maestro de ceremonias. El intérprete que vimos brillar en El Cabaret de los hombres perdidos, y como Lord Farquaad en Shrek es El mozo de un salón de baile, cuyos asistentes irán mutando de vestimenta con el correr de los años. Es quien lleva el hilo conductor. “Esto es así… En este país no queda otra… Se baila o se baila…”.

Cuando Elena Roger cantó “No llores por mí Argentina”, se encendieron los celulares, como si fuese un recital.

Tras un prólogo que refiere a la Década infame (“Qué título más esperanzador ¿verdad?”, dirá El mozo), se llega a los años ’40. Es a partir de allí que a Peloni se le sumarán los intérpretes a la hora de enumerar, desde los textos, las figuras y los acontecimientos que marcaron a los argentinos. Carlos Gardel, Aníbal Troilo, el cine argentino con La guerra gaucha, Angel Magaña, Libertad Lamarque, Mirtha Legrand (“toda una flor” dirán todos juntos; Mirtha estuvo allí, en la celebración de Clarín), Niní Marshall, Tita Merello, Luis Sandrini formaron parte del segmento.

Casi al final, El mozo ojea la primera edición de Clarín, del 28 de agosto de 1945, hay unos hermosos versos de El 45, la canción de María Elena Walsh.

Y así se irán sucediendo las décadas, las canciones y los personajes. Resultaría largo y hasta redundante enumerarlos, pero no falta nadie. Algunos llegan con el golpe de efecto de la sorpresa, como el Ritmo de la noche de Marcelo Tinelli, o la infaltable y previsible inclusión de No llores por mí Argentina, que Roger supo interpretar en escenarios de Londres y Broadway. Fue el momento en el que se encendieron cualquier cantidad de celulares para grabar a Roger y la canción. Hay muchos fragmentos de temas de glorias de nuestro rock, como Charly García o Soda Stereo.

Roberto Peloni y Elena Roger en el escenario del Colón fueron ovacionados.

Y como la Argentina fue todo un cambalache, tal vez la década de los ’70 sea en el espectáculo la que más conmueve, con los cimbronazos por la llegada de la cruenta dictadura militar (“somos 25 millones de sospechosos”), la euforia deportiva por el Mundial del ’78 y los triunfos de Carlos Monzón, todo mejor resumido en los versos de Como la cigarra (“Tantas veces me mataron, tantas veces me morí, sin embargo, estoy aquí, resucitando”) en la impecable, intensa interpretación de Elena Roger.

Los ’80 y el arribo de la democracia también son contrastantes, como lo testimonia el fragmento de un texto de Jorge Luis Borges que recita El mozo. La primavera alfonsinista sigue a la guerra de Malvinas, aparece la hiperinflación, los goles de Maradona a los ingleses…

La orquesta, compuesta por seis integrantes, suena a la perfección, y los arreglos a los temas originales realizados por Martín Rodríguez, el director musical, cumplen la finalidad de conectar, ensamblar las distintas historias. Algunos arreglos son más jugados que otros, pero todos hacen a la conjunción, al ensamblamiento.

La pista de baile, como un tablero de ajedrez, con Peloni, bandeja en mano, como El mozo.

Y precisamente el ensamble es otro de los puntos altos de la puesta. Los nueve intérpretes, cantantes y bailarines, elegidos por el coreógrafo Alejandro Ibarra (El club del hit, Teresita, una vida de mierda) lejos de desentonar, son el acompañamiento correcto, cuando no cumplen los roles protagónicos.

Tal el caso de Facundo Massuco, por dar un ejemplo, cuando cumple el rol de John Lennon y lleva la voz cantante en Help. Pero solo mencionar a uno sería injusto: Lucía Muiño, Ariel López, Verónica Pacenza, Pedro Vega, Melanie Giommetti, Andrés Rosso, Morena Sánchez Cabrera y Emiliano Pi Alvarez.

Las coreografías de Ibarra -un perfeccionista- tienen una potencia que aporta y da el ritmo a la narración de Dionisi. Aquí no hay nada librado a la improvisación, y la rigurosidad de los movimientos en escena tienen a la vez una sincronía que envidiaría cualquier espectáculo musical que tuviera un desarrollo, una carrera en cantidad de funciones, y no solo una como es el caso del de esta noche.

La sala estaba llena en la celebración de Clarín.

Elena Roger tiene ese magnetismo que hace que resulte casi imposible sacarle los ojos de encima, y no solamente cuando entona No llores por mí Argentina, la canción de la ópera rock Evita de Andrew Lloyd Webber. También cuando lo hace con Si yo fuera como ellas, que fue su primera canción.

Es Peloni quien está más en escena que Elena, y arrancará, igualmente, los fuertes aplausos del público. Roberto conoce bien a Emiliano Dionisi, quien lo dirigió en El brote y se nota que el puestista sabe cómo hacerlo lucir y resaltar en escena.

Tras la grieta, el Papa argentino, Messi y la Scaloneta, llega el desenlace, de tono esperanzador, con banderas argentinas flameando y el pase, el legado de un Mozo a otro, de Peloni al intérprete Ariel López. El tema elegido para el cierre es Himno de mi corazón, con las letras de Miguel Abuelo y la música de Cachorro López que fue uno de los hits de Los Abuelos de la Nada. El coro con el Oh oh oh, oh oh oh oh fue seguido por toda la sala, y fue previo a los aplausos de rigor, las ovaciones y los saludos del final.

Más Noticias

Relacionadas