El modelo económico de Javier Milei empezó a mostrar inconsistencias estructurales fuertes en las últimas semanas. Todas producto del mismo problema: un dólar que se sostiene quieto gracias a los más de 45 mil millones que el ministro de Economía, Luis Caputo, tomó de deuda externa. Esa decisión, cuyo objetivo es que el dólar no se vaya a precios y Milei llegue con inflación baja a las elecciones, está distorsionando todo el escenario y poniendo en riesgo la sustentabilidad general. Hace unos días, cuando empezó el Mundial de Clubes, entraron a Miami -la sede donde juega Boca Juniors y hacia donde hay vuelos directos- centenares de argentinos. Ya antes de ese evento, el turismo emisivo triplicaba al turismo receptivo. Ir de Buenos Aires a la Florida en avión puede costar algo más de 900 mil pesos, casi lo mismo que se paga aquí una computadora de gama media y unos 300 mil pesos menos que la canasta de pobreza.
Asimismo, el capricho de tomar deuda para frenar el precio de la divisa (algo que se charlará cuando el FMI llegue en pocas horas al país a revisar la meta incumplida de acumulación de reservas) puso a Argentina como uno de los países más caros en dólares. En Miami, donde el sueldo promedio es hasta cinco veces más alto que en Buenos Aires (unos 5000 dólares), la ropa, las zapatillas, los juguetes, la electrónica y el supermercado pueden costar hasta menos de la mitad de lo que se paga aquí por esos mismos productos. Una especie de “deme dos” costoso, sin respaldo genuino, vigente sólo para algunos, y con una crisis interna que hasta los mercados empiezan a ver. En las últimas horas y con el Riesgo País por encima de los 700 puntos básicos, el Morgan Stanley evitó subirle a Argentina su calificación crediticia de “standalone” a “mercado emergente”. Lo curioso es que países socialmente más golpeados, como Jamaica, sí obtuvieron un alza en la nota, sin haber quitado todos los controles de capitales y regulaciones que hicieron Milei y Caputo.
Quizás los inversores y banqueros vean que el pedido del ministro de Hacienda de que la gente saque sus dólares del colchón para entregárselos al Estado se cumplió, pero una latitud diferente a la deseada. “En los malls estallan las cajas de pago con billete”, dijo a PáginaI12 un consultor argentino que viaja regularmente a Estados Unidos. “Están comprando cualquier cosa, es buy one get one free (léase “deme dos”). La anécdota viene a cuento de que la gente no sólo aprovechó el dólar regalado artificialmente para viajar, sino que usó su cash para pagar en el exterior, no para blanquearlos en un banco, como pidió Caputo. Es curioso, pero el tipo de cambio actual está tan atrasado que es casi igual al que tenía Caputo cuando era funcionario del Gobierno de Mauricio Macri. En aquel entonces, también se endeudó por cifras astronómicas, dijo que el proceso era saludable y todo terminó una crisis social y de deuda inéditas.
Allá, unos pocos compran mucho y barato
En unos días el Buró de Convenciones y Turismo de la Florida tendrá el dato fidedigno de cuántos argentinos entraron a Miami y Orlando en los últimos meses. Pero suponen que “es un aluvión de gente”. Cuando se comparan precios e ingresos medios, Argentina pierde contra esas plazas. Algunos ejemplos: un almuerzo para 4 personas en el Club de la Milanesa en Miami, con agua y dos gaseosas, cuesta 90 dólares. Unos 20 mil pesos menos que lo sale acá, en el mismo local. Por otra parte, una cerveza se consigue a entre 6 y 9 dólares, el último precio en un lugar caro. El pan Bimbo Artesano cuesta en Argentina unos 6000 pesos, en Miami se vende a 4,35 dólares; y los M&M´s cuestan 2,85 dólares, casi menos del doble que acá.
La sopa Maruchán en el WalMart de Miami vale 7 centavos de dólar, acá, ese producto no se consigue por menos de 3000 y hasta 5000 pesos. Los vinos en los restaurantes son caros, unos 50 dólares, pero en el supermercado se consiguen gamas medias por 10 o 12 dólares. Un trago en un bar puede ascender a entre 15 y 18 dólares; mientras que una pizza en un restaurante se paga 12 dólares y una preparada en supermercados, 9 dólares. Si se pide por Uber Eats para comer en un depto o casa, dos pizzas grandes de Papa John´s (un local allí famoso) de 10 porciones cuestan sólo 28 dólares.
Un agua o una bebida en el Hard Rock Stadium de Miami se cobra 6 dólares, casi lo mismo que acá pero bastante más barata que lo que piden por ese producto en mega recitales y eventos grandes como el Lollapalooza. Un six pack de cerveza Corona o de gaseosas Coca Cola se consigue por menos de 10 dólares.
Una muñeca LOL, uno de los juguetes más vendidos del mundo, cuesta 7 dólares, menos del doble que en Argentina. Dos kilos de bananas en un super valen 2,35 dólares y un litro y medio de aceite de oliva extra virgen arranca en los 7,90 dólares.
Lo de la ropa es un caso serio. En Sunrise, Florida, se ubica uno de los malls más visitados por argentinos, el Sawgrass Mills. “Los canastos los explotan, ponen cualquier cosa que vean y la compran”, sintetizó otro visitante reciente a Miami sobre la conducta del argentino que disfruta a precio regalado los dólares caros de la deuda que toma Caputo. Un pantalón de jogging Adidas a 30 dólares, unas zapatillas Puma Urban a 28 dólares, o unas Adidas de cuero a 60 dólares. Los jeans Levi´s, por citar una marca conocida, cuestan 60 dólares, la mitad del precio de venta en un shopping argentino. Y dos se consiguen por 100 dólares.
Acá, muchos compran poco y caro
Lo que afuera es fiesta, acá es malaria o restricciones. Además, el sistema de tomar deuda para abaratar el dólar para los que pueden, también favorece a los que acá pueden, golpeando a los que no pueden nada. Naturalmente, el problema no es de la gente que puede, el problema es de los que ejecutan el programa económico.
Este diario accedió a un informe reciente de la consultora PXQ, en el que se ve cómo se recuperó el consumo de bienes durables, asociados a la importación, en detrimento de bienes básicos. Un trabajo que pone blanco sobre negro, de manera definitiva, la discusión de cómo está el consumo. “En el 1T-25 se observó una recuperación en el consumo de bienes durables y semi-durables (+56,5% en promedio), mientras que el de no durables cayó -3,8%”, precisa el trabajo de la firma que comando Emmanuel Álvarez Agis.
Agregan, además, que “tras la devaluación de diciembre del 2023 mejoró el poder adquisitivo del salario medido en bienes durables: entre noviembre del 23 y abril del 25 la relación precio/salario cayó -47% para un 2 ambientes y -3% para un auto gama media. En cambio, se deterioró frente a los no durables, tales como nafta (+29%) y leche (+13%)”.
Otro de los puntos relevantes es que dentro de la canasta de consumo creció la participación de bienes y servicios regulados. “Se destacó el gasto en vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles, que pasó de representar el 22,8% del salario en noviembre del 23 a 29,6% en abril del 25″, dijeron. Un dato demoledor, que muestra un nivel de precios de servicios ultra caros.
De esta manera, PXQ explica que, “de acuerdo con el último dato disponible (abril del 25) el consumo muestra dos velocidades: el vinculado al esparcimiento (shoppings) se recuperó más que el esencial (supermercados y mayoristas), que aún no alcanza el nivel de noviembre del 2023”. Y concluye el informe señalando que “producto de la apertura comercial y la apreciación del tipo de cambio, las importaciones comenzaron a crecer, destacándose los aumentos en bienes durables y semi-durables, sectores donde el consumo muestra un mejor desempeño”.
El país del “Jobless Growth”
La apertura económica, de las importaciones y el dólar regalado ya empezó a mostrar, esta semana, su peor cara: el crecimiento del desempleo. Eso se dio, además, en el primer trimestre del año, en el que la economía creció 6 por ciento. El dato no es un contrasentido, sino una crisis que pre avisa hacia qué Argentina va el modelo libertario.
En los años 90, un economista estadounidense acuñó el termino “Jobless Growth” para describir a los países en los cuales la economía crece, pero sin generar trabajo. No es una novedad lo que le pasa a la Argentina de Milei.
En 2023, un informe del World Economic Forum (WEF) puso a La India, un gigante tecnológico que está en los BRICS y, en paralelo, está plagado de desigualdades, como un caso de “crecimiento sin empleo”. El paralelo con Argentina es notable.
El informe muestra que India crecía a una tasa del 6,9 por ciento, con una desocupación de 7,8 por ciento, casi los mismos números que acá en un trimestre. ¿Por qué India crece sin generar empleo? Porque según el WEF, se apoya en tres sectores: el especulativo, el inmobiliario y el tecnológico, ninguno de los cuales aporta volúmen de trabajo. No casualmente, la economía de Milei también se apoya en el sector especulativo, reemplazando al inmobiliario y al tech por el agro y petróleo. Todo rubros que emplean poco y, con subas fuertes actividad, pueden dar un crecimiento estadístico importante, pero desparejo.