18, julio, 2025
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Detrás de su apariencia caótica y estrafalaria, el gobierno de Milei es una dictadura civil

Si partimos de la base de una democracia, donde el poder reside en el pueblo, donde gobernar es obedecer a ese pueblo, donde la justicia social es una aspiración y donde el bien común está antes que cualquier otro propósito, el gobierno de Milei es una dictadura. Para ser precisos, una neo-dictadura.

No se trata de una dictadura militar donde todos los derechos son abolidos y rige el terrorismo de Estado. Pero si tenemos en cuenta que el presidente tiene delirios de emperador y no respeta nada que no sea el plan económico neoliberal, copiado de divulgadores de los originales liberales, un plan que permanentemente choca con una realidad totalmente distinta para la que fue pensado, y comprobamos que solo se sostiene con la mentira y la represión, veremos que es una neo- dictadura.

Una dictadura civil, todavía con ciertas rendijas institucionales por donde se le cuelan ciertos límites que no permiten el atropello total.

Un presidente que se autodefine como el mejor del mundo, y se cree merecedor del premio Nobel de Economía, por haber copiado literalmente algunas recetas del liberalismo, que se enorgullece por haber hecho el mayor ajuste de la historia, es decir por haber condenado a la miseria y el hambre a las clases populares, que insulta y amenaza como un matón de micrófono desde la impunidad de su poder, que castiga a los jubilados, al personal sanitario, a los hospitales públicos, a los maestros y profesores, a los científicos, a los actores, y sobre todo a la clase trabajadora, es al menos, un aspirante a dictador. Una réplica de Mussolini, berreta, pero con gestos histriónicos muy parecidos.

Un presidente que dice que es un topo en el Estado, para destruir el Estado. Ni siquiera sabe que el Estado es el garante del liberalismo.

Sin importarle en absoluto la suerte de los oprimidos, ni ninguna otra cosa, solo el equilibrio fiscal, Milei tiene la desfachatez de amenazar con vetar lo dispuesto por los diputados y senadores, que aprobaron aumentos miserables en los haberes de los más empobrecidos. “Me importa tres carajos, se los veto”, dice mostrando los dientes, haciéndose el malo, sintiéndose poderoso, ignorando lo que es en realidad: un sirviente fiel de los grandes capitales nacionales y extranjeros, un acaramelado muñequito de Trump y de Netanyahu.

Es una dictadura civil porque se lleva por delante los derechos básicos del pueblo, porque compra voluntades impúdicamente para aplicar sus medidas y apela a todas las tramoyas posibles para torcer las decisiones de los congresistas.

También porque no revela la realidad económica y social del país, que esconde tras datos truchos y medias verdades o directamente falsedades, que se encargan de difundir miembros del gobierno y periodistas a sus órdenes.

Un gobierno sospechado varias veces de corrupción, con argumentos sólidos, que trata de disimular apelando al periodismo servil y el relato confuso exprofeso de algunos de sus funcionarios.

Es una dictadura porque no gobierna teniendo en cuenta las necesidades de las mayorías. Lo hace imponiendo con artimañas y violencia represiva, un modelo de sociedad exclusivamente para las minorías dominantes.

El pueblo argentino se ha liberado de varias dictaduras en su larga historia de lucha. Sin duda este gobierno que presiden Milei y su hermana, caótico, absurdo, estrafalario, prepotente, incapaz y autoritario, correrá la misma suerte.

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