La semana pasada el Instituto Peterson para la Economía Internacional, con sede en Washington, organizó el seminario La saga Argentina-FMI, una nueva temporada. Allí hablaron tres economistas (Alejandro Werner, ex director del FMI; Carmen Reinhart, autora y profesora de Harvard; y José De Gregorio, ex presidente del Banco Central de Chile) que no solo conocen las vicisitudes de la economía local sino también casos de países sudamericanos que partieron de regímenes de inflación elevada como la Argentina en 2023 y recurrieron al tipo de cambio para desinflar incurriendo en el atraso cambiario y, ergo, déficits de cuenta corriente: Chile en los ochenta, México en los 90, Argentina en 2018… ¿Argentina 2023 también?
De más está decir, a esta altura, que para el Gobierno esa comparación adolece de fundamentos porque “esta vez es distinto”, porque hay un ajuste fiscal como nunca antes de por medio y reformas estructurales que, si los mercados ‘entendiesen’ y existieran ‘las expectativas racionales’, se darían cuenta de que el tipo de cambio de equilibrio está más cerca de los $ 1.000 que de los $ 1.500 y entonces no hay motivos para esperar una corrección en el precio del dólar para después de octubre.
Sin embargo, en ese seminario en el PIIE, se esbozaron algunas de las razones por las cuáles la nueva temporada de la saga Argentina y el FMI promete escenas de disputa y discusiones pese a que desde el equipo económico juran y aseguran que “nunca la relación entre la Argentina y el FMI fue tan buena”.
Alejandro Werner, ex director del Departamento de Hemisferio Occidental del FMI y uno de los presentadores en el PIIE, exhibió un cuadro en el que se muestra que la Argentina enfrenta vencimientos en los próximos dos años (2026-2027) por US$ 32.400 millones.
La pregunta que se hacen varios en el mercado es de dónde la Argentina obtendrá los dólares para enfrentar esas obligaciones si no es de sus exportaciones.
La respuesta es casi obvia: del mercado. De hecho, el motivo del anuncio de la salida del cepo dos meses atrás fue la aprobación por parte del Directorio del FMI del programa con el que la Argentina buscará regresar a los mercados para refinanciar esos vencimientos con los privados.
Reinhart señaló que el tema es algo más complicado: como el FMI tiene status de acreedor privilegiado para la Argentina, eso quiere decir que pase lo que pase en el futuro el organismo siempre cobrará antes mientras que los privados serán segundos en la fila.
El chivo expiatorio de la Argentina en los últimos años han sido los bonistas y el FMIno se resistió a la reestructuración de deuda de Martín Guzmán en 2020 e, incluso, hasta apoyó que aquella operación se llevó adelante por fuera de un programa con el organismo.
¿Qué riesgo hay de prestarle a la Argentina entonces si los pagos al FMI en los próximos dos años representan un tercio de las obligaciones que debe afrontar el país y tiene status privilegiado?
Es verdad que hay un programa de desembolsos previsto, pero el mercado sabe que el dinero es fungible y no por nada el FMI insiste, e insistirá, en la acumulación de reservas. De la única manera que el temor que exhibe Reinhart se disipe sería que suceda aquello que el FMI propone: acumular reservas en el Banco Central.
Estas dudas están en cada vez más presentes.
Una de las preguntas que los senadores le enviaron al jefe de Gabinete, Guillermo Francos, cuyas respuestas se conocieron ayer, fue “¿cuál es la estrategia para que el BCRA acumule reservas para cumplir con las metas acordadas con el FMI, en caso de que el valor del dólar no toque la banda inferior del esquema cambiario?”
La respuesta de Francos fue la siguiente:
“El Banco Central hace saber que la información peticionada sobre la estrategia para cumplir con las metas acordadas con el FMI es de carácter reservado por su posible impacto sistémico; de allí que su confidencialidad deba preservarse para asegurar la eficacia de las operaciones que se encuentran previstas en su Carta Orgánica y que esta Institución realiza para resguardar la estabilidad financiera y cambiaria”.
Que sea confidencial la estrategia para acumular reservas casi resulta una novedad si no fuera porque el Gobierno lo que no quiere decir es que va a tomar deuda para cumplir con el FMI.
Mañana Francos irá al Senado en persona.
En una nota publicada ayer, la economista Milagros Gismondi, analista de Cohen Aliados Financieros, dio una pista de esto que dice Francos. “El stock de reservas netas al 19 de junio se ubica en torno a US$ -7.000 millones (según la metodología del FMI), mientras que la meta pactada para diciembre exige alcanzar un nivel positivo de US$ 1.800 millones. Esto implica que el BCRA debería recomprar unos US$ 8.800 millones netos en el segundo semestre. Para alcanzar ese objetivo, el escenario base asume necesariamente ingresos de divisas vía nuevas emisiones de deuda (o privatizaciones), dado que el BCRA parece retirado del MULC”.
Francos adelantó además que el acuerdo con el FMI -ya aprobadas las revisiones- prevé desembolsos en los meses de junio y noviembre 2025 por US$ 1.529 millones y US$ 763 millones en derechos especiales de giro respectivamente. “Al tipo de cambio del acuerdo, rondarían los US$ 2.028 y US $ 1.012 millones, respectivamente”.