Un hecho histórico del fútbol, uno de los tantos, revive un capítulo inolvidable para River: el de mayor sequía. 18 años sin coronar. Un periodo que se compone desde 1957 hasta 1975. El maleficio que ahogó el grito de varias generaciones y propagó testigos de 11 subcampeonatos. La agonía de un título que generó cargadas, tristezas y dejó hinchas atragantados en derrotas inexplicables que todavía no comprenden cómo, por ejemplo, el Metropolitano de 1970 –torneo de 38 fechas– quedó en manos de Independiente tan solo por un gol.
O el triangular desempate del Nacional de 1968 con Vélez y Racing, donde el Millonario tuvo que definir con el equipo de Liniers en cancha de San Lorenzo. Solo tenía que ganar para consagrarse, pero un penal polémico no cobrado por el árbitro Guillermo Nimo hizo que el partido terminara igualado y el que dio la vuelta olímpica fue el Fortín. O el momento de 1969 que lo tuvo a un gol de un desempate con Boca, en un partido que se jugó en el Monumental. El Xeneixe iba arriba por 2 a 0, terminó 2 a 2, pero el empate no alcanzó para una final.
Antes de afrontar esta hambruna de gloria, River había sido tricampeón en 1957 con José María Minella como entrenador. Eran los últimos años de Ángel Labruna como jugador. Hasta encontrar la senda luminosa y cortar la racha hubo que esperar al 14 de agosto de 1975. El equipo de esa gran campaña se compuso de presencias que regalaron dosis de alto vuelo. Obnubiló con la zurda del Norberto “Beto” Alonso, las voladas del Pato Fillol, los goles de Carlos “Puma” Morete, la finura de Roberto Perfumo y la sabiduría de su entrenador e ídolo máximo: Labruna.
El partido que coronó a River en el torneo Metropolitano 1975 se jugó en cancha de Vélez, frente a Argentinos Juniors. La particularidad de aquel encuentro es que el plantel profesional no jugó porque estaba en medio de una huelga por salario y convenio de trabajo. Jugadores y entrenador se plegaron a la medida. Las autoridades que manejaban el rumbo del fútbol argentino indicaron que el partido se debía jugar igual y hubo que buscar en la cuarta y quinta categoría. Federico Vairo, histórico entrenador de las inferiores, con ayuda de Labruna, se hizo cargo de la selección y se armó un equipo para afrontar el compromiso.
El partido lo ganó River por 1 a 0 con gol de Rubén Bruno. Ese equipo integrado por nombres que salieron un rato del anonimato (Alberto Pedro Vivalda; Orlando Ponce, Luis Alberto Jometón; Rodolfo Luis Rafaelli, Héctor Norberto Bargas, Fernando Zappia (C); Leonardo Labonia, Rubén Mario Cabrera, Ramón Orlando Gómez, Rubén Norberto Bruno, Francisco Groppa), devolvió la identidad gloriosa a un club desacostumbrado a una tradición de tristezas.
A 50 años de la proeza, el que recuerda con alegría y cierta desazón es el autor del tanto que cambió el destino de los riverplatenses.
“Nos presentamos a entrenar y nos dijeron que subamos a la concentración para desayunar. Era rara esa metodología porque no pasaba normalmente. Había un rumor de que a la noche podíamos jugar un partido representando a River porque la Primera estaba de huelga y no se iba a presentar”, dice Bruno a Página 12 y revive lo que fue la previa de aquel partido frente a Argentinos Juniors. “Los profesionales se habían puesto en contacto con nosotros, pero en ningún momento hubo presión para que no jugáramos. Nos explicaron que la huelga era por el convenio colectivo de trabajo”, sostiene y además de agregar que llegó a River cuando tenía 10 años, no duda en decir que lo primero que pensó en ese momento fue en defender la camiseta del club en el que se formó. “Lo primero que pensé fue en la alegría de poder representar al club en una instancia de primera división. Nosotros éramos amateurs”.
Al recordar los festejos, la primera imagen que se le viene es la cantidad de gente que fue ese día a la cancha de Vélez y la duración que tuvieron los festejos. Algo que se prolongó por días y meses. “Había pasado mucho tiempo desde el último campeonato y constantemente recibimos muestras de afecto. La gente nos agradecía por haber jugado ese partido y haber coronado una gran campaña”, cuenta.
–Ese partido y el gol que hiciste, ¿fueron determinantes para tu carrera futbolística?
–El gol me hace una persona que está en la historia de River por la trascendencia y el hecho de cortar una sequía de tantos años, pero después no me favoreció debido a que nos tildaron de carneros por, según decían, haber roto una huelga. Eso me cortó la posibilidad de seguir jugando en cualquier otro club. Estaba en condiciones de hacerlo, pero lamentablemente por esta situación se nos postergó. La misma gente que nos pidió que representáramos al club ese 14 agosto del 75, a fines del 76 nos dio la libertad de acción como si fuéramos unos parias. Pusieron nuestras cabezas para que los salvemos y al año siguiente nos metieron un voleo en el tuje. Fue bastante desagradable y triste, merecíamos desvincularnos del club de otra manera.
–¿Eso fue por pedido de alguien del club?
–Son todos dimes y diretes de quién presionó para que nosotros nos fuéramos, pero no lo voy a decir. Pasó mucho tiempo como para que exprese algo que me enteré y en su momento me dio mucha bronca. La cosa fue así, nos usaron. Asumo que no estábamos todos para jugar en la primera de River, pero sí en otros equipos que nos podrían haber albergado tranquilamente, pero no movieron un dedo.